miércoles, 30 de abril de 2008

cAyEnDo



Asciendo, corro, vuelo, aterrizo, navego, respiro, intuyo, estallo, viajo, intento, retengo, intento de nuevo, corro, corro, coooorrooo,… STOP!!!. Retengo…. pienso… siento… desvanezco.
BASTA!
Me despierto en el mismo lugar de siempre, pero no por eso más conocido que aquellos en los que nunca he estado –diálogo consigo misma, que no exactamente igual en la forma pero sí en el contenido, se repetía día tras día desde que empezó a tan solo transitar por la vida sin velos o tules de colores que resguardaran sus incertidumbres evitando derrumbes como el que estaba acaeciéndole en estos últimos días, desde que la transpiración se limito tan solo al pobre y vacío sudor que exhalan los cuerpos perturbados por las pesadillas en soledad-.
¿Despertarme? ¿De qué? ¿Despierta? ¿Será verdad que uno se ausenta cuando duerme?, ¿a dónde? ¿Qué es el despertar sino un nombre que no diferencia ni la vigilia ni el sueño? ¿Por qué limitarnos a dormir cuando cerramos los ojos?. En estos momentos todo era interrogación, absolutamente cualquier cosa que sucediera era suficiente como para ocupar el lugar vació que puede haber entre un par de signos de interrogación. Como podía ser que recién ahora se formulara estas preguntas tan paradójicamente obvias, a la vez que tan remotamente desconocidas.
El desierto es como un laberinto pero sin paredes, pensó ella mientras sentía que su ser era desierto y que ni siquiera paredes lo habitaban, y por ello estaba encerrada en un laberinto del cual no podía escapar....Encierro ... pensó nuevamente, ...encierro, ¿de qué?, uno está encerrado cuando tiene límites, pero su bloqueo no era límite de nada, muy por el contrario, era expansión desmedida, y por ello amorfa, extensa, interminable, abominable, tan abierta que ahogaba. Sobriamente cautiva de un cúmulo de pellejos denominados epidermis, y otro cúmulo de masa muscular, fibras, carne, huesos... ¿entrarían acá, en este saco erguido desde las plantas de los pies hasta el cuero cabelludo, las ideas?... ¿y los sentimientos?... ¿las sensaciones?... ¿la palabra?... ¿acaso todo esto no la conformaba también, en tanto “ser”? ¿Cómo es que podía sentirse esclava de su interior o atada a su ser si tenía más contacto con el afuera que con ese mundo interno? Gracias a los sentidos o a lo que fuere, le resultaba más fácil todo contacto con ese afuera presente pero inacabado e intelectualmente al alcance de todos, que con su “mundillo” interno, del cual tenía más preguntas que respuestas, el cual le provocaba un terrible dolor de cabeza cada vez que quería acceder o descansar allí o simplemente entender... simplemente... ja!
Somos solo el nombre de lo que nadie se atreve a ver – se lamentaba mientras que lentamente sin hacer pausas en su monólogo interno, se ponía aquellos pantalones que venían acompañándola hace por lo menos tres meses, no debía cubrir su torso porque este ya se encontraba tapado, sobre todo el pecho, también portaba por igual lapso de tiempo la misma camiseta gris-. Estamos recortados por el querer y el devenir siendo y seguir queriendo... mimesis de la imperfección- esta última frase había fluido en su interior varias veces, sorprendiéndola casi en su mayoría, bajo ese espejo inmenso que se encontraba firmemente sostenido de ese techo repleto de tela-arañas que dividía su monoambiente del departamento de abajo en el cual estaba-. Quizá no seamos más que otro insignificante grano de un reloj de arena antiguo que está girando eternamente, en ese giro que provoca el paso, inflexible, por ese angustiante túnel estrecho, de uno de sus lados al otro, sí, solo granos de un reloj de arena, sí, solo eso, pero a la vez, cuanto que significó ser “solo eso” en otros tiempos o cambiando los términos cuanto le estaba costando aunque sea “ser solo eso” ahora... No se sentía más que la síntesis de la negación intrínseca de la vida repartida en episodios diarios.

¿Qué son los plurales? –pensó, pero ahora se estaba incorporando lentamente, para bajar de un momento a otro los pies descalzos al suelo frío y pegajoso que no se hallaba a mas distancia de ella que el colchón que había de por medio-. Si no somos uno, es porque uno en realidad lo entendemos como algo que tiene límites, nacemos con la posibilidad de serlo TODO, pero exactamente TODO, completamente inacabados ...; no somos menos capaces de amar que de matar, estamos dotados por igual para sufrir o herir o gozar o lo que mierda queramos... quizá es ahí donde está el encierro, en esa elección que resta, que sojuzga, que enloquece recortándolo todo para ser solo esto... o aquello. Si es que puede decirse que somos uno es porque tomamos ese uno como un embudo, que nace del infinito, desde lo más ancho y se va angostando, limitando-en sociedad- hasta fundirse en un punto y ahí... muere, para volver al origen, la nada –o el infinito-. La sociedad es el embudo en sí, la barrera de contención por así decirlo, el instrumento formador, que nos dan la posibilidad de nombres, de nombrar, de recortar, es lo que da cauce por un ratito al ser (ratito al que denominamos: vida), al infinito o a la nada (que en definitiva, son diversos nombres de lo mismo). Partiendo entonces de lo indefinido a la definición en vida (limitación-formación) es que tranquilizamos o sosegamos la angustia motriz –lástima que en este momento ni siquiera esta definición sosegaba la angustia, SU angustia-. Claro que depende del embudo en el que vayamos a caer nuestro paso por la vida, es decir, acá es donde se pone en juego el rumbo que escogemos para impartir satisfacción a los hechos reveladores del “ser-nada”... o de ser nada, como se prefiera, como resulte menos doloroso. Por todo esto concluyó que la vida no era más que una religión de culto, rumores imperceptibles de divinidades desconocidas..... Estrías, grietas, virutas... ILUSIÓN.
Solo somos el reflejo de lo que queremos ver en el espejo –asintió sin mirarse nuevamente, sino más bien huyendo de esa imagen que veía todas las mañanas- pero no el real, no!, tan solo el reflejo pueril de lo desconocido, de lo vacío, insólito, indómito por momentos – estas palabras hicieron eco en todo su desgarbado cuerpo por un ratito, como deteniéndola, como con ganas de que la refección se extienda en este punto… pero no…-.
Es mentira que la muerte escoge sin avisar –retomando la línea de pensamiento-, en realidad es mentira que es siempre la muerte la que nos elige. Son muchos los casos donde somos nosotros mismos los que optamos por morir, hablo de muerte en su sentido más amplio – se aclaró, como si estuviera conferenciando frente a un numeroso grupo de personas y no debiera pasar por alto ese detalle - no me limito solamente a la que acarrea al cuerpo, aunque es también a esta a la que convocamos en nuestra ayuda muchas veces. Nacemos muriendo, no siempre ponemos resistencia, sino que son varias las ocasiones que hasta nos genera placer entregarnos a ese mundo de abandono, fétido y desmedido, conciente o “inconcientemente”, o por que nos es más cómodo que seguir oponiendo resistencia porque en definitiva- decía para sí-, vivir no es más que contrariar caprichosamente a la guadaña de la mujer de negro, o por falta de fuerzas o millones de cosas más. En definitiva elegir morir es otra opción de vida –se consolaba en silencio, como todo lo que venía haciendo últimamente en este umbral del cual no podía, o no quería, salir hace mucho, límite, soledad pura....-. Pero no siempre la muerte es dejar de latir, la muerte puede ser también conceder, puede ser ocuparse de vivir sin por ello vivir realmente...
Claro, nadie me pregunta si quiero morir –dijo-. Pero tampoco quería engañarse más con esa supuesta libertad que nos regalaron junto al primer sonajero luego de arrojarnos al mundo... OJO!, nadie nos pregunta siquiera si elegimos vivir, pero hay que hacerlo, hay que hacerlo -repetía a la vez que corría lentamente las cortinas de su ventana-... por más que no podamos más hay que vivir, sobrevivir, ¡qué magnifico es el ser humano!, nos auto obligamos a hacerlo todo hasta el final, ¿por qué? ¿Cuál es la búsqueda que hacemos para exigirnos tanto? ¿Cuál la recompensa? ¿Por qué tanto pedir permiso para quitarse la vida o para vivir mismo? ¿Quién escribió ese mandato? Cualquier respuesta ocuparía el lugar de una hipótesis absurda del vació que hace eco en nuestro ser, errante.
Cada “tic”, cada “tac” era como una perforación viseral, su alma no resistiría mucho tiempo más. Hacía ya bastante (y cada vez peor, por poner un juicio de valor convencional y nada más que eso, mejor sería decir in creyendo) que los “tuc-tuc, tuc-tuc” mediante los cuales su corazón le recordaba que seguía en pie, se iban sumergiendo en un letargo casi imperceptible, que por momentos se confundían con ese “tic-tac” provocador y nefasto anteriormente recordado.
Su estómago estaba blindado hace varios días ya, por la angustia de la existencia o dicho de otra manera por la angustia de la inexistencia que le provocaba su existir. Ya no quería ni siquiera comer, iba delegando una a una sus funciones vitales a la muerte. Como si su alma estuviera sumergida en un tarro de miel y las moscas del destino picoteando mientras se relamen robando parte de su ser, de su vida, de su enteridad, quedando así cada vez más vacía por el paso del tiempo, con baches y perforaciones que solo el pasado podía llenar, al menos eso creía en ese instante. En realidad lo que la sofocaba no era tan solo la falta de aire (algo que hacía mucho no se renovaba en ese espacio) sino la condensación en su cabeza de todas estas ideas. Ideas, por otro lado, que ni siquiera salían al exterior en busca de consenso o desaprobación, ya que hacia bastante tiempo la puerta permanecía inmóvil, ni ella salía de su departamento ni tampoco entraba nadie.
Decisiones... por alguna extraña razón sentía que el tiempo se iba acercando... Tiempo... Otro tema... esta ilusoria transparencia de un velo social, que se denomina tiempo cada vez le cerraba menos. ¿Quién lo mide? ¿Qué autoridad tiene los relojes sobre nosotros, o los días o los años? ¿Cómo lo mediríamos, si por ejemplo, nos la pasáramos viajando a lugares en donde al momento de llegar está cayendo la noche y nos marchásemos antes que salga el sol?, ¿Cómo deberíamos entender el transcurrir de esta persona, como que nunca empieza un día nuevo? Y si no es así, a partir de cuando se empezaría a contar?, ¿Cómo mediríamos sus años si es que nunca es de día? ¿Puede existir algo que mida tan homogéneamente a tantos seres tan disímiles? El tiempo es tan real y tiene tanto estatuto de ser como un círculo cuadrado - pensaba nuevamente, mientras que sumaba datos a su lista de contradicciones-. El tiempo opera en nuestras vidas como si trascurrieran capítulos de una novela abierta y entregada al azar del viento que mueve sus páginas caprichosamente -pensaba en el viento, en ese instante, como un todo etéreo o mejor dicho lo pensaba en tanto pesadez del ser en cuanto nada-. Espejismo de movimiento, quietud! No hay recortes. No hay ahoras, tan solo son permisos o censuras. Somos algo así como el infinito en cuenta regresiva, condensación azarosa del espacio y del tiempo en este taper al que graciosamente, por caridad o por consuelo, llamamos ser humano... meditaba mientras que todavía se mantenía frente a la ventana de su departamento a unos ocho pisos por encima de la vereda, lugar que le servía de excusa para desplazarse y realizar casi la mayoría de sus “movimientos” hacia otros lugares que también eran excusa para desplazarse pero ahora en lo que respecta al “tiempo”, o sea, sin arribas o abajo, sin adelante o atrás.
Nunca un lugar se repitió dos veces... Pero de golpe, acá y ahora, era diferente, era como si el espacio y el tiempo se sublevaran desbordándose y multiplicándose por sumas impensables. Las coordenadas “x”- “y” nunca llegaban a cruzarse ... y ella volaba... Sería porque ahora (entre comillas ahora), ya no la sostenían sus pies frente a la ventana sino que gracias a ese último impulso repentino había traspasado aquel perturbador trozo de cristal por el cual siempre observaba el pasar de los pájaros o simplemente las bombachas de sus vecinas de enfrente secándose en los balcones de los otros departamentos. Perdiendo así el entendimiento cotidiano y librándose a la suspensión de su cuerpo en el aire desprovisto de todo, donde el viento acariciaba suavemente su rostro al igual que todo su cuerpo; de abajo hacia arriba, porque a pesar de que el espacio no tenía lugar dentro de ese tiempo y que el tiempo no tenía espacio en ese lugar, muchas leyes se mantenían igual, por ejemplo la ley de gravedad…
Sus sentidos ahora (de nuevo ahora entre comillas), transgredían lo natural, porque a pesar de que tenía los ojos abiertos, no veía nada.... Y se dio cuenta entonces que en vez de acercarse cada vez más al piso, este se corría hasta el infinito… descubrió así, que hacia mucho tiempo que había caído... y que todas las preguntas ahora se sincretizaban en una sola afirmación...
Puertas y más puertas que se habrían en su cabeza, lugares vertiginosos que no la conducían a ninguna parte, pero que en definitiva, era allí a donde quería ir.
Sólo podía distinguir el aire. De golpe... percibió otros cuerpos, no podía verlos, pero sabía que allí estaban, igual que ella, arrojados al vacío sintiendo el viento. Reconoció entonces que ese arrojo era masivo, que los cuerpos caían y caían como gotas de agua en un día de tormenta. Pero sin embargo parecían no darse cuenta... ¿Sería que eso sucede siempre y recién ahora lo notaba ella? ¿Tal vez la vida sea solo eso? Tal vez la muerte implique meramente el reconocimiento de algo...

martes, 1 de abril de 2008

DeSvEsTiR eL aLmA, TaPaR eL cUeRpO


Desvestir el cuerpo, tapar el alma… desvestir el alma, cubrir el cuerpo… Tapiz, cobertura, mirilla de la cerradura que vislumbra un ser oculto, alma vertiginosa, temerosa… mirar, ver, dejarse ver, mostrar, destapar… conjunciones dispersas unidas en la carencia de la entrega. Desnudarse por completo y seguirse desvistiendo… En este mundo no hay ningún pescado pescado sino un pez sin pescar. Tampoco hay peces que muerden anzuelos sino anzuelos que atrapan imposibles. Aquí-ahí no sucede así… todo es monocromáticamente negro… de algún modo sabemos que algo no puede ser total y eternamente monocromático, ¿pero qué hacemos al respecto? Rincón, recuerdo… almas desnudas que visten y se combinan en distintos espacios (como este, como otros), especimenes indómitos, insólitos, insolentes… Estilos visibles de búsquedas aferradas a la inagotable paciencia del no encuentro que hacen aflorar todos los mecanismos invisibles y perturbadores… deseos que cuelgan y se van volando de la cola de un barrilete que se desliza por el ojo de un dios que no puede detener el tiempo, tiempo que no para de correr y que lee, de vez en cuando, en algunas frentes: “pasiones estériles en busca de deseos fértiles con ánimo de fecundar”. Nubes efímeras que atrapan los sueños que escapan y no dejan dormir. Sueños desmedidos que no caben en el cuerpo que los sueña… Nos convertimos en envoltorios decadentes, vestimos, tapamos, ocultamos, no soportamos la vulnerabilidad de la desnudez… ser, saber, devenir, parecer, aparentar… ¿nociones sueltas? Siluetas que se dibujan, independizan y habitan la máquina mecánica invisible que todo lo condensa, que todo lo aprieta…amorfos, mejor dicho uniformes, iguales sin sustancia, cayendo unos con otros formando un dibujo interconectado de puntos y miradas que se cruzan pero no se ven, sombras desdichadas… soy la repetición en combinación con otras variantes, materia amatoria, materia risoria, sensaciones que se momifican en lágrimas… Fórmulas: quiero-temo-cierro; intento: amo-temo-cierro; intento nuevamente: creo-amo-temo-pienso-cierro, cierro tanto, tanto, que no encuentro la salida, busco, busco… UY ahí está: ABRO!!! ¡todo cabe! Millones de hebras que conforman una historia, mi historia, estampida de recuerdos que perforan mi mente queriendo perpetuarse, queriendo instalarse en los surcos de mi cerebro, de mi vida. Ahora estoy, en consecuencia soy, soy siendo, soy ocupando, soy deviniendo, soy sollozando, soy riendo, soy vistiendo y desvistiendo, imaginando y mutando, soy mirando, soy ojos que miran y miman y dejan mirar… te veo, entro, penetro, me inmiscuyo en tu interior ¿da miedo esto? ¿da miedo esto? ¿por qué no dejar entrar? Puedo sentirte, atravesarte, abrazarte, estar dentro tuyo, puedo también cerrarlos y verte, tenerte, sentirte, abarcarte, llorar con vos o ser una lágrima tuya expulsada de tu ser…ojos que tocan, que besan, entran y salen… ya estoy dentro tuyo, no te das cuenta pero entré… ojos-ser, ojos-alma, ser, ser-alma, alma puerta con entrada y salida, con espacio, mucho espacio… ALMA, sin más… vida sin mente, cuerpo sin ropa… mi alma tiembla, mi mente imagina, entrega, da, se confunde, brinda…de algún modo, de ninguna forma… temor a la soledad adjuntada a cada paso, mucho temor… mala suerte tener que ser sin que nadie se dé cuenta ¿no? ¿se dan cuenta de eso?

Me RePiTe La PrEgUnTa....¿?


...cada uno de nosotros somos por lo que no somos o por lo que alguna vez fuimos y ahora dejamos de ser...

rEfLeXiOnEs De CoLeCtiVo



Ilusoria transparencia de un velo social.
Tenemos tanto ser y tanta realidad como los círculos cudrados.
Somos solo el nombre de algo que nadie se atreve a ser, de algo que nadie se hace cargo peso-levedad-ser.
Recortados por el querer y el devenir siendo y seguir queriendo... mímesis de la imperfección.
Síntesis de la negación intrínseca de la vida repartida en episodios diarios, capítulos de una novela abierta al correr del viento en cuanto todo, o a la pesadez del ser en tanto nada.
Milagros quirúrgicos. Hipótesis absurdas de un vació que hace eco en nuestro ser. Ser errante, abundancia de confrontación.
Espejismo de movimiento. Quietud.
No hay recortes, no hay ahoras, solo son permisos o censúras.
Somos el infinito en cuenta regresiva, condensación del espacio y del tiempo en este Táper al que damos el nombre de ser humano.
Rumores imperceptibles de divinidades desconocidas.
Solo somos el reflejo de lo que vemos en el espejo... pero no el real, solo el reflejo, de lo desconocido, vacío, insólito...
Somos piojos del demiurgo. Caminantes sobre el pelado cráneo -mundo- de este dios desconocido, de vez en cuando tenemos la osadía (o la suerte, no lo sé) de perdernos en sus blancas barbas largas.
Si somos uno, ese uno es como un embudo que nace del infinito, desde lo más ancho y se va angostando, limitándose –en sociedad- hasta fundirse en un punto y ahí... muere, para volver al origen, la nada – el infinito-. La sociedad es el embudo en sí, la barrera de contención, el instrumento formador, es lo que da cauce por un ratito – nuestra vida- al ser, al infinito o a la nada (diversos nombres de lo mismo).
Partiendo de lo indefinido hacia la definición en vida, limitación-formación que tranquiliza o sosiega la angustia matriz. Depende del embudo en que caigamos nuestro pasar por la vida, el rumbo que escojamos para impartir satisfacción a los hechos reveladores del “ser-nada”.
La vida no es más que una religión de culto.
Estrías, grietas, virutas, segmentos.....ILUSIÖN.