viernes, 29 de febrero de 2008

Dichosos el privilegio


-… ¡¿Y a mí me quieren hacer creer que soy un privilegiado por vivir!? ¡Jua jau!...Pero por favor... Dejémonos de pavadas...Gente grande... Privilegiado es aquel hijo de puta que no quiere, porque de corazón le importa un rábano, ver lo que los demás dicen que es. Privilegiado es el desvergonzado por actuar con total impiedad y no sufrir por ello. Más privilegiado aún es aquel que carece de toda conciencia o moral y que encuentra rédito y beneficios en todas las atrocidades que lleva a cabo sin dudar de ello, sobre todo es privilegiado porque no duda, por su firmeza, por su no arrepentimiento que lo deja dormir en paz, regocijarse, besar a su mujer y abrazar a sus hijitos con total naturalidad, con dulzura y hasta con una preciosa sonrisa en su rostro, terso y relajado, luego de haber torturado o matado injustamente. Es privilegiado también porque nosotros le concedemos el beneplácito de sus actos al no impedirle su libre circulación, o al no mostrarle el peso de sus acciones en nuestras vidas. Es privilegiado por no tener que pagar por lo que hizo; por no tener presentes en cada acto, en cada momento, las cicatrices en la memoria, en la piel; que sí tienen en cambio (gracias al "privilegio" de todavía estar vivos) aquellos que han pasado por sus manos. Es privilegiado porque en cada oportunidad que se sitúa frente al espejo su reflejo no puede ni siquiera devolverle la imagen patética y vomitiva que tiene todo el resto a causa de su privilegiado rostro. Es privilegiado por no temerle a los monstruos, por ser un monstruo. Y yo, sin embargo, no puedo dormir de noche pensando en las salvajadas que cometieron o siguen cometiendo los privilegiados. Yo, no tengo el privilegio de ser indiferente a la miseria humana. Tengo la desdicha de dudar para no herir. Tengo las grietas y surcos que otros con privilegio gustaron marcar en mi transcurrir. Tengo la desgracia de reconocer a los privilegiados pudiéndolos señalar e identificar recortándolos del montón, mientras ellos gozan de la ausencia del recuerdo, mientras disfrutan gracias al olvido de cada uno de nuestros nombres y caras, pasando a ser nosotros tan solo números indefinidos, masa, montón. Tengo la desdicha del recuerdo vivo, de la memoria del caído a fuerza de golpes ajenos al azar de la vida. Llevo la carga de la infelicidad que provoca la presencia activa de la imagen de mis propios ojos suplicantes reflejados en sus pupilas dilatadas.

1 comentario:

El Barto dijo...

Muy bueno. Me gustó particularmente la última imágen.

Como acostumbra a decir la iglesia nuestra buenaventuranza reside en que la ausencia de privilegios hoy nos será recompenzada en un reino que heredaremos en el futuro.

Prefiero abdicar a esos privilegios.

También, esto de hablar de privilegios, me hace acordar a una idea bastante instalada y que me repetían mucho en el colegio: "tenés que sentirte privilegiado de estar acá estudiando". Siempre me causó conflictos esa frase tan aparentemente progresista, que bajo esa supuesta piedad hacia quienes no pueden ir a la escuela, encubren la negación de la educación como derecho.